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Estoicismo y serenidad bajo presión

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«No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir cómo respondemos a ellas».

~ Epicteto

Me habría venido bien la sabiduría de los estoicos cuando era más joven. De niña vivía en una parte remota de la campiña inglesa, rodeada de tierras de labranza, campos, colinas y el nostálgico olor de las vacas.

Tenía un amigo que vivía en las afueras de nuestro pequeño pueblo, y para llegar a su casa tenía que caminar 20 minutos por campos de hierba y caminos de grava.

Normalmente no había nada especialmente destacable en este viaje, siempre lo hacía. Sin embargo, hubo un viaje que me ha resultado especialmente memorable. Un acontecimiento que está permanentemente grabado en mi memoria.

Un verano, cuando tenía unos 14 ó 15 años, volvía andando de casa de mis amigos. Aquel día no tuvo nada de especial. Parecía una tarde normal de verano, el tiempo era suave y el cielo estaba despejado.

Sin embargo, a unos dos tercios del camino de vuelta vi un toro. Esto no era sorprendente, ya que a veces se llevaban toros a estos campos para mantenerlos alejados de otros animales. El problema era que yo estaba en medio del campo y el toro se dio cuenta de que un pequeño humano estaba en su zona.

Me acusó. Me ha meado encima.

Tras la conmoción inicial de ver un camión de carne de 2.500 libras viniendo hacia mí, algo hizo clic inconscientemente y corrí hacia la valla más cercana.

El toro era más rápido y me alcanzó antes de que pudiera escapar. Pero la adrenalina de mi cuerpo dio fuerza a mis piernas para lanzarme por encima de una hilera de alambre de espino, fuera de peligro y hacia una hilera de vallas.

Estaba a salvo.

Ese recuerdo se ha quedado conmigo. Es un buen ejemplo de cómo respondemos al peligro y de cómo asumimos nuestro sistema para protegernos del mal.

Pero, ¿cómo responden los estoicos a esta flagrante pérdida de control ante la amenaza? ¿Qué creen sobre el instinto de supervivencia que rige nuestros cuerpos y mentes?

Afortunadamente, ya existen documentos sobre el tema.

EL ESTOICISMO Y NUESTRAS DOS RESPUESTAS:

Cuando te sientes en peligro o amenazado, pasas por dos fases de respuesta:

  • Reaccionarás de forma instintiva e involuntaria.
  • Reaccionarás consciente o inconscientemente

REACCIÓN 1: REACCIÓN INVOLUNTARIA

Todos hemos visto películas de acción en las que el protagonista huye de una explosión a cámara lenta sin darse la vuelta, o recibe un puñetazo sin inmutarse, o se enfrenta a cientos de malos con un latido constante y cara de satisfacción.

Es genial en las películas, no tanto en la vida real. Tiemblas para protegerte, te estremeces ante los ruidos fuertes para asegurarte de que estás en guardia contra el peligro, y tienes los ojos muy abiertos para asegurarte de que ves la mayor parte posible de la amenaza.

Recuerda la última vez que algo te asustó. Puede ser una película de terror que has visto a instancias de tu amigo, un coche que se detiene de repente delante de ti, o simplemente un reflejo de ti mismo en el espejo a primera hora de la mañana.

Este susto inicial es reflejo, una reacción instintiva de tu cuerpo ante una amenaza potencial.

Tienes poco o ningún control sobre esta reacción inicial. (Es posible mitigar una reacción determinada mediante una exposición continuada, pero esto requiere entrenamiento.) Esto se debe a que tu sistema nervioso simpático no funciona correctamente.

Esto se debe a que tu sistema nervioso simpático distrae a tu cuerpo del peligro. Lo hace porque es rápido. Esto es mucho más rápido que si primero tuvieras que pensar conscientemente en el peligro y luego tomar la decisión de moverte. La velocidad significa seguridad.

Los estoicos llamaban profecías a estas reacciones involuntarias. Se consideraban una reacción indiferente y natural ante un peligro potencial. No hay nada de lo que avergonzarse y no hay nada por lo que luchar.

RESPUESTA 2: RESPUESTA CONSCIENTE

Tu segunda respuesta es un poco más complicada. Es consciente y se basa en tus valores, creencias y experiencias. La segunda respuesta es cómo reaccionas tras tu primera distracción. Esta decisión depende de tu carácter.

La segunda respuesta es que la filosofía te ayudará a vivir mejor. Practicar la filosofía puede ayudarnos a ver el mundo de una forma distinta que nos permita tomar decisiones diferentes. Ese es el objetivo de este debate.

EL ESTOICO EN EL MAR:

Hace algún tiempo, un filósofo estoico y algunos de sus alumnos subieron a un barco con destino a Brundisium, en el sur de Italia.

Tras su primer día en el mar, cuando el sol se estaba poniendo, las olas empezaron a golpear el casco de madera del barco y éste se balanceó violentamente con el giro del tiempo.

En la oscuridad de la noche, una violenta tormenta les azotó en el mar. Lanzó la barca contra el viento mientras se llenaba lentamente de agua.

Los hombres y mujeres que iban a bordo tenían claro que el barco corría peligro de hundirse. Muchos de ellos empezaron a llorar y a lamentarse, creyendo que no sobrevivirían a la tormenta ni vivirían para ver la mañana.

Mientras tanto, el estoico filósofo se había puesto pálido de miedo, igual que los demás. Pero no lloró ni gimió. Guardó silencio y mantuvo a sus discípulos a salvo y bajo control.

Cuando hubo pasado la tormenta, uno de los viajeros se acercó al estoico y le preguntó la razón de su miedo. Porque si era tan buen filósofo, seguramente habría mantenido bajo control su miedo a la tormenta.

El estoico entregó al hombre un ejemplar de la obra de Epicteto (el quinto libro de los discursos) y le pidió que lo leyera.

En el libro estaba la siguiente afirmación:

«Las visiones mentales que los filósofos llaman impresiones o ‘fantasías’, y por las que la mente humana es impulsada a la percepción de un objeto en su primera aparición, no son voluntarias ni controladas por la voluntad, Pero las expresiones de asentimiento, que ellos llaman consentimiento, por las que se reconocen estas visiones, son voluntarias y están sujetas a la voluntad del hombre.

Así, cuando llega del cielo un sonido temible, o se derrumba un edificio, o se anuncia un peligro repentino, o algo parecido, incluso la mente de un hombre sabio está abocada a alarmarse, a retroceder y a asustarse, no a causa de ninguna noción preconcebida del peligro, sino a causa de ciertos ataques rápidos e inesperados que superan el poder de la razón y del intelecto.

Pero el sabio no aprueba (citando el griego: «no está de acuerdo con ellos y los confirma») «estas invenciones», es decir, estas visiones mentales aterradoras, sino que las rechaza y desprecia y no ve en ellas nada que sea aterrador.

Y dicen que existe esta diferencia entre la mente de un hombre necio y la mente de un hombre sabio, que el hombre necio piensa que tales «visiones» son en realidad tan terribles y aterradoras como parecen cuando golpean por primera vez su mente, y que con su asentimiento aprueba tales ideas como si fueran justamente terribles, y las «confirma», pues ora es la palabra utilizada por los estoicos en sus discusiones sobre este tema.

Pero el sabio no asiente después de verse ligeramente afectado en color y expresión durante un breve tiempo, sino que conserva la opinión firme y fuerte que siempre ha tenido sobre las visiones de este tipo, a saber, que no son en absoluto terribles, sino que causan terror por una falsa apariencia y vanas aprensiones.»

Analicemos esto.

ESTOICISMO: ¿CÓMO PUEDES UTILIZARLO?

Epicteto explica algunas cosas que podemos utilizar en nuestro beneficio:

RESPUESTA 1:

Experimentaremos reacciones repentinas e involuntarias ante acontecimientos externos. Epicteto dice que «incluso la mente de un sabio debe ser necesariamente perturbada».

No debemos sentirnos culpables por ello. Los estoicos llamaban «profecías» a estas acciones involuntarias.  No es una expectativa realista evitar esas reacciones; están ahí para protegernos del daño. Están en nuestra naturaleza.

RESPUESTA 2:

Tras nuestra reacción inicial involuntaria, tenemos la oportunidad de analizar la situación de forma más racional.

En este espacio, podemos elegir. La elección de decidir cómo reaccionarás.

Epicteto explica que la diferencia entre el sabio y el necio reside en este espacio entre el estímulo y la reacción. Mientras que el necio se siente abrumado por el impacto inicial de la situación, la persona sabia puede observar la situación objetivamente y comprender que no es prudente asustarse por «alarmas sin sentido».

La obra de Epicteto y la historia del estoicismo en el mar nos muestran que el terror y el miedo repentinos son naturales y esperables. Sin embargo, las diferencias entre las personas residen en la forma en que reaccionamos cuando ha pasado el momento de terror.

¿Somos nosotros los tontos que dejamos que el miedo nos llene como el agua en una barca? ¿O el sabio que ve las cosas objetivamente y ve las cosas como son?

El sabio tiene entonces el siguiente marco mental:

  • Se ven superados por la amenaza original. Esto se considera natural cuando te enfrentas a algo amenazante o que pone en peligro tu vida. Se acepta como parte del ser humano. No hay vergüenza ni pudor.
  • Ven la situación por lo que es y no por lo que les dice su miedo. ¿Qué podemos hacer en esta situación? ¿Es realmente peligroso? ¿Qué podemos controlar y utilizar para mejorar las condiciones?

Podemos practicar este proceso en todo tipo de situaciones:

  • Cuando percibimos el peligro
  • Cuando somos conscientes de un riesgo, cuando estamos en peligro.
  • Cuando estamos conmocionados, cuando nos encontramos en un estado de shock extremo
  • Cuando algo nos sorprende
  • Etc

Básicamente, cualquier cosa que experimentemos y que nos provoque una reacción involuntaria repentina es una oportunidad de utilizar este método para observarla objetivamente.

La próxima vez que sientas que eres rehén de tu instinto primario, acepta esa reacción inicial por lo que es y luego haz un esfuerzo consciente para observar la situación objetivamente.

Amor Fati

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