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¿Qué es el Locus de control interno?

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¿QUÉ ES EL LOCUS DE CONTROL INTERNO?

El locus de control interno es la creencia de que tenemos control y soberanía sobre nuestras acciones y los efectos de esas acciones en el mundo que nos rodea.

Las personas con un locus de control interno creen que son plenamente responsables de sus actos, que tienen el control de sus propias vidas y que tienen el poder de moldear su futuro tomando las decisiones correctas. Esto les lleva a ser proactivos y a tomar la iniciativa. Son los líderes de sus almas y actúan en consecuencia.

Por el contrario, las personas con un centro de control externo creen que su vida está controlada por el mundo exterior, que son una hoja al viento arrastrada hacia un lado u otro por los acontecimientos que les rodean. Estas personas tienden a creer que sus vidas están guiadas por el destino y que no pueden hacer nada que ya esté predeterminado.

Las investigaciones han demostrado que las personas con un locus de control interno suelen tener mejor salud mental, son más capaces de dar pasos y conseguir objetivos, y tienen una actitud más optimista hacia la vida en general.

Los estoicos creían que el concepto de control era esencial para el desarrollo de una felicidad resistente. Nos enseñaron que algunas cosas están bajo nuestro control y debemos responsabilizarnos plenamente de ellas, mientras que otras están fuera de nuestro control y debemos aprender a aceptarlas.

Si podemos hacerlo, viviremos de forma más pacífica, resistente y feliz. Si lo haces mal, te sentirás frustrado, enfadado y amargado, y adoptarás una actitud derrotista ante los problemas de la vida. Más adelante hablaremos de ello.

¿CÓMO PODEMOS TENER UN CENTRO DE CONTROL INTERNO?

La forma en que vemos el control no es fija. Podemos aprender a desarrollar una forma de pensar más constructiva y eficaz sobre lo que podemos y no podemos cambiar.

En pocas palabras, tenemos control sobre nuestros pensamientos, acciones, creencias, valores, percepciones, prejuicios y reacciones. En esencia, no controlamos todo lo demás.

He aquí algunas formas de desarrollar un mecanismo de control interno:

  • Aprendemos a responsabilizarnos de nuestros pensamientos y acciones: Podemos empezar a aceptar que somos los únicos responsables de cómo actuamos y que somos responsables de las consecuencias de esas acciones. Esta realidad puede ser difícil de aceptar, pero culparnos a nosotros mismos no nos llevará a ninguna parte si somos responsables de nuestros actos.
  • Establece objetivos: Cuando nos fijamos un objetivo y progresamos, nos demostramos a nosotros mismos que nuestras elecciones y acciones marcan la diferencia en el resultado global. Los objetivos nos dan un sentido de finalidad y dirección, y alcanzarlos nos demuestra que está en nuestra mano conseguirlos o no.
  • Actúa: Una vez fijados los objetivos, tienes que responsabilizarte de tomar las medidas necesarias para alcanzarlos. Con el tiempo, a medida que aprendemos que nuestras elecciones marcan la diferencia, también tenemos una mayor sensación de control sobre nosotros mismos y sobre el cambio que podemos hacer.
  • Aprende del pasado: como ocurre con todos los planes, no todo sale a la perfección. Enfrentándonos a obstáculos y dificultades, podemos aprender a adaptarnos y superarlos. Esto nos enseña a reflexionar sobre lo ocurrido y a afrontar el trabajo que tenemos por delante sin culpar al destino ni vernos como víctimas. Si hay un problema, acéptalo y busca la forma de resolverlo.

Todo esto llevará tiempo, pero las pequeñas acciones cambiarán lentamente nuestra mentalidad de aceptación pasiva a participación activa. La diferencia entre estas dos mentalidades puede tener profundos efectos sobre el bienestar y la felicidad.

ESTOICIOS SOBRE EL CONTROL:

El filósofo estoico Epicteto enseñó el concepto de la dicotomía del control. El Filósofo de la Dicotomía del Control.

Cuando intentamos controlar lo incontrolable, gastamos nuestro tiempo y esfuerzo en áreas de la vida que no cambiarán, por muy ilusionados o fuertes que estemos. Esto nos hace sentirnos impotentes, ineficaces, y perjudica nuestro bienestar.

Sin embargo, si somos capaces de definir claramente lo que podemos controlar y centrar nuestros esfuerzos en ello, nos volvemos mucho más eficaces y, con el tiempo, vemos que nuestros esfuerzos se convierten en cambios, que nuestras acciones marcan la diferencia y afectan al mundo que nos rodea.

Epicteto dijo:

«Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Las cosas que controlamos son la opinión, la aspiración, el deseo, la aversión y, en una palabra, todo lo que es obra nuestra. Las cosas que no están bajo nuestro control son el cuerpo, la propiedad, la reputación, la administración y, en una palabra, todo lo que no es acción nuestra. Las cosas que están bajo nuestro control son por naturaleza libres, ilimitadas y sin trabas; pero las cosas que no están bajo nuestro control son débiles, sumisas, limitadas y pertenecen a otros. Recuerda, pues, que estás atado si supones que las cosas que son por naturaleza serviles también son libres, y que lo que pertenece a los demás te pertenece a ti. Te afligirás y te turbarás, y encontrarás faltas en los dioses y en los hombres. Pero si recuerdas que sólo lo que te pertenece te pertenece y lo que pertenece a los demás es como realmente es, entonces nadie te retendrá ni te detendrá. Además, no culparás a nadie ni acusarás a nadie. No harás nada contra tu voluntad. Nadie te hará daño, no tendrás enemigos ni se cometerá injusticia contra ti».

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