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Libre albedrío frente a determinismo

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Existe un antiguo debate en filosofía sobre si somos los autores de nuestra historia, los capitanes de nuestro barco, o si nuestra historia está escrita para nosotros, bien por un autor omnisciente que pasa por alto todo lo que sabemos, bien por el mundo natural que nos rodea.

Hoy explicaré ambos lados del argumento y examinaré el libre albedrío, el determinismo y sus muchas formas diferentes. Por último, si te quedas hasta el final o quieres ir más allá, exploraremos cómo pueden utilizarse ambos lados del argumento para ayudarnos a comprender mejor lo que podemos y no podemos controlar y cómo esta aclaración puede ayudarnos a vivir mejor, más felices y con más capacidad de recuperación.

Este es el debate entre el libre albedrío y el determinismo. Cuando el libre albedrío sugiere que tú y yo tenemos un control total sobre el curso de nuestras vidas, estamos al timón, fijando el rumbo y tomando decisiones sobre la mejor manera de navegar por los mares.

El otro lado del argumento sostiene que no tenemos tanta autonomía en nuestras vidas como creemos: nuestros genes están predeterminados, lo que significa que estamos predispuestos a pensar y actuar de determinadas maneras debido a nuestra biología, neuroquímica y características físicas que son únicas para ti. Además, el argumento del determinismo sugiere que todos somos en cierta medida productos de nuestro entorno, influidos por nuestra cultura, nuestros negocios, nuestro trabajo, nuestra educación, los libros que leemos, la música que escuchamos y las películas que vemos. Incluso nuestras bacterias intestinales pueden influir en nuestro estado de ánimo y energía. Por tanto, nuestras elecciones son el resultado de factores que escapan a nuestro control, lo que excluye nuestra capacidad de tener libre albedrío.

La visión determinista de la vida humana sostendría, por tanto, que aunque exista la ilusión del libre albedrío, las elecciones que hacemos son simplemente el resultado de todo lo que ha ocurrido antes que nosotros, como la última ficha de dominó que cae en una cadena que comienza al principio de la existencia.

No importa de qué lado estés, ambos lados aportan profundas realizaciones, así que profundicemos un poco más bajo la superficie de ambos.

LIBRE ALBEDRÍO:

Por lo general, se considera que el libre albedrío es la capacidad de un individuo para elegir consciente e intencionadamente entre dos o más cursos de acción sin que una influencia externa haga imposible la elección o sin que la elija por sí mismo.

Cuando tenemos libre albedrío, somos libres de elegir nuestro camino. Tenemos la responsabilidad y la administración de nuestras vidas para seguir el camino que creamos mejor en ese momento. Esta libertad es un arma de doble filo: tenemos la capacidad de elegir, y con la capacidad de elegir viene una gran libertad, pero también debemos asumir la responsabilidad de nuestros actos. Tenemos la responsabilidad moral de hacer lo que es correcto, independientemente de lo que lo correcto y lo incorrecto signifiquen para el individuo.

En un mundo de libre albedrío, los individuos deben asumir tanto el mérito de sus logros como la responsabilidad de sus errores. Somos responsables tanto de lo bueno como de lo malo.

DETERMINISMO CRUEL:

Por el contrario, el determinismo duro es la creencia de que el libre albedrío no es posible porque la decisión de una persona está predeterminada por acontecimientos previos. El determinismo afirma que sólo hay un curso de acción posible, por muchas opciones que parezcan existir: si intento elegir entre un helado con sabor a ron y sultana, vainilla, chocolate con menta, limón, fresa o café, sólo hay una elección, y esa elección está determinada por todos los acontecimientos de mi vida que la han precedido. En sentido estricto, la elección viene determinada por todos los acontecimientos ocurridos desde el principio de los tiempos hasta este momento, pero ya te haces una idea. Para los deterministas empedernidos, las cosas son causalmente ineludibles, lo que excluye la existencia del libre albedrío. Esto también se conoce como determinismo causal.

El determinismo duro y quienes lo consideran cierto pueden dividirse en dos grupos: los deterministas lógicos y los deterministas teológicos.

Los deterministas lógicos son los que creen que se puede predecir un sistema con leyes que lo rijan si se conocen las condiciones iniciales. Por ejemplo, si queremos simular una prueba de impacto en un coche, podemos utilizar un ordenador para introducir las condiciones iniciales, la velocidad, el sentido de la marcha, la forma del vehículo, la masa del vehículo y las propiedades del material, y a partir de estas condiciones podemos crear una simulación del sistema. Los deterministas lógicos creen que todo lo que ocurre en el sistema universo ocurre debido a las condiciones iniciales. Ni tú ni yo podemos hacer nada para cambiar el curso de los acontecimientos, sólo desempeñamos nuestro papel. Por tanto, el libre albedrío es imposible porque sólo podemos hacer elecciones que cumplan las condiciones del sistema.

El determinismo teológico supone que un ser consciente ha predeterminado el curso del universo y que, por tanto, tú y yo sólo estamos llevando a cabo su gran plan. Aquí también hay cierta coincidencia con el destino o la providencia.

DETERMINISMO BLANDO:

El determinismo blando afirma que el libre albedrío y el determinismo son realmente compatibles. A veces, el determinismo blando llega a decir que el determinismo es necesario para el libre albedrío, lo que implica que la elección implica preferencia y que la preferencia es una forma de determinismo.

Los deterministas blandos, también llamados compatibilistas, ven por tanto el debate entre libre albedrío y determinismo como un falso dilema. La dificultad de este punto de vista es que, cuando coexisten el libre albedrío y el determinismo, la línea que separa el final de uno y el comienzo del otro puede resultar borrosa.

Los compatibilistas clásicos suponen que el libre albedrío es una libertad de acción y que un individuo tiene libre albedrío si puede elegir entre dos o más posibilidades de acción y si es capaz de elegir entre dos o más sin que se lo impidan físicamente.

Los compatibilistas modernos, por otra parte, sostienen que el libre albedrío es la capacidad de los individuos para dirigir sus acciones utilizando la razón y el juicio: los individuos pueden tomar una decisión consciente sobre su curso de acción sopesando las opciones según lo que piensan de ellas.

REFLEXIONES FINALES:

Creo que la verdad se encuentra en algún punto intermedio y que el argumento de «naturaleza» frente a «educación» tiene fundamento. Cada uno de nosotros está influido en mayor o menor medida por nuestro entorno, nuestros genes y la forma en que nuestro cerebro procesa los estímulos.

También creo que el libre albedrío es una escala móvil: cuanto más aprendemos sobre el mundo que nos rodea y más trabajamos con nosotros mismos, comprendemos nuestras creencias subconscientes, consideramos cómo puede afectarnos nuestro entorno, desarrollamos la capacidad de ver nuestros pensamientos y sentimientos en el momento y, en general, nos volvemos más maduros e integrados, más capaces somos de limitar la influencia del mundo en nuestra toma de decisiones.

El libre albedrío puede considerarse como la capacidad de una persona para actuar sin verse obstaculizada por influencias externas. Por tanto, diría que el libre albedrío aumenta a medida que aumenta la sabiduría. Con esto quiero decir que si la sabiduría es nuestra capacidad de ver el mundo tal como es, la sabiduría elimina la posibilidad de que los acontecimientos y sucesos externos que escapan a nuestro control influyan en nuestras acciones. La sabiduría consigue esto tanto comprendiendo algo como comprendiendo cómo algo puede influir en nuestra toma de decisiones: estos dos elementos juntos nos protegen de la influencia de nuestras opiniones, actitudes y creencias, y por tanto de la interferencia de nuestro libre albedrío.

Los deterministas empedernidos, sin embargo, dirían que el desarrollo de la sabiduría de una persona sólo es posible debido a los acontecimientos que han conducido a ese punto y que el desarrollo de la persona ya ha sido determinado por esos acontecimientos. Si te soy sincero, no creo que pueda estar razonablemente en desacuerdo con ellos, pero sí creo que nos conviene comportarnos como si tuviéramos libre albedrío y fuéramos responsables de nuestras elecciones. De lo contrario, corremos el riesgo de caer en el nihilismo y creer que nada tiene sentido. También corremos el riesgo de negar la responsabilidad de nuestros actos, lo que puede ser una forma de vida muy perjudicial.

MORAL, ÉTICA Y RESPONSABILIDAD:

Un último punto sobre el determinismo: si aceptamos que todo lo que hace una persona está predeterminado por acontecimientos pasados y, por tanto, no existe el libre albedrío, entonces nos enfrentamos a muchos problemas en términos de moralidad, castigo, responsabilidad y crédito.

Los que han conseguido y logrado grandes cosas, a menudo con grandes sacrificios, ya no rinden cuentas de sus esfuerzos.

Por otra parte, los que han hecho cosas terribles y han causado un gran daño a la gente lo han hecho sólo porque están desempeñando su papel en la etapa predeterminada de la vida y, en cierta medida, están exentos de responsabilidad. Hay que compadecer a estas personas, no condenarlas.

Tanto si creemos en el libre albedrío como si no, hay profundas implicaciones a ambos lados del argumento que deben tenerse en cuenta.

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