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«Guía de la buena vida» de William Irvine (resumen del libro)

Contenido

El libro «Guía de la Buena Vida: El Antiguo Arte de la Alegría Estoica», de William Irvine, intenta responder a la pregunta «¿Cómo puedo vivir una buena vida?» y está dirigido a cualquiera que busque una filosofía de vida.

«La filosofía estoica de la vida puede ser antigua», explica Irvine, «pero merece la atención de toda persona moderna que quiera una vida significativa y plena; en otras palabras, que quiera una buena vida.»

¿Y quién no quiere una buena vida?

Si estás abierto a una filosofía práctica que promete la buena vida, éste es tu libro. En mi opinión, éste es el mejor libro disponible para explicar la filosofía estoica.

¿A quién va dirigida La Guía de la Buena Vida?

  • Cualquiera que busque una guía para la buena vida.
  • Cualquiera que quiera aprender más sobre el estoicismo
  • Cualquier persona interesada en consejos prácticos para la vida

1. Necesitas una filosofía de vida

La razón más importante para dotarse de una filosofía de vida es que, sin una filosofía de vida, corremos el riesgo de vivir mal: nos pasaremos la vida persiguiendo objetivos que no merece la pena alcanzar, o perseguiremos sin rumbo objetivos que sí merece la pena alcanzar y, por tanto, no conseguiremos alcanzarlos.

Ése es el inconveniente de no desarrollar una filosofía de vida eficaz: acabas malgastando la única vida que tienes.

Creo que el mayor error que cometen muchas personas es que no tienen ninguna filosofía de vida. Estas personas siguen las instrucciones de su programación evolutiva y buscan diligentemente lo que les hace sentir bien y evitan lo que les hace sentir mal.

Muchas personas cometen los mismos errores una y otra vez a lo largo de su vida y no están más cerca de la felicidad a los 80 que a los 20.

La gente necesita una filosofía de vida.

«Entonces, ¿quién -se pregunta William Irvine- debería probar el estoicismo? Alguien que busca ante todo la tranquilidad».

2. el estoicismo promete serenidad

El principal objetivo moral de los estoicos griegos era la consecución de la virtud. Los estoicos romanos se aferraron a este objetivo, pero también promovieron repetidamente una segunda meta: la consecución de la serenidad. Y por serenidad no entendían un estado zombi. Más bien, la serenidad estoica era un estado psicológico caracterizado por la ausencia de emociones negativas, como la tristeza, la ira y el miedo, y la presencia de emociones positivas, como la alegría.

Por tanto, una persona que crea que hay algo más valioso que la tranquilidad sería tonta si practicara el estoicismo.

No es casualidad que el libro se titule La Guía de la Buena Vida. El autor explica que una de las recompensas del estoicismo es que experimentas menos emociones negativas y, en consecuencia, tienes más paz en tu vida.

Al evitar las emociones negativas, aumentas tus posibilidades de experimentar una emoción positiva concreta: la alegría por el mundo que te rodea.

3. el estoicismo es atractivo porque permite la comodidad

Algo que hacía atractivo al estoicismo era su alejamiento del ascetismo cínico: los estoicos favorecían un estilo de vida sencillo pero que permitiera comodidades materiales. Los estoicos defendían esta renuncia argumentando que, al renunciar a las «cosas buenas» como los cínicos, demostraban que las cosas en cuestión eran realmente buenas: eran cosas que, si no se las ocultaban a sí mismos, querían poseer.

Los estoicos aprovechaban todas las «cosas buenas» que tenían a su alcance, pero mientras lo hacían se preparaban para renunciar a ellas.

Creían que las personas debían disfrutar de las cosas buenas que ofrece la vida, incluidas la amistad y la riqueza, pero sólo si no conservaban esas cosas buenas.

No debemos buscar la comodidad, pero cuando esté ahí, debemos disfrutarla. El reto es el siguiente: No te ates y prepárate para dejarlo ir.

Como dijo el emperador romano y filósofo estoico Marco Aurelio: «Si quieres vivir en un palacio, puedes vivir en un palacio.

4. Visualización negativa.

Por mucho que nos esforcemos en evitar que ocurran cosas malas, algunas seguirán ocurriendo. Por tanto, Séneca señala una segunda razón para pensar en las cosas malas que nos pueden ocurrir. Si tenemos en cuenta estas cosas, disminuiremos su impacto sobre nosotros cuando se produzcan a pesar de nuestros esfuerzos por evitarlos: «Quita poder a los males presentes que han presagiado su llegada. La desgracia pesa más sobre quienes «sólo esperan la felicidad», dice.

Recomiendan pasar tiempo imaginando que hemos perdido las cosas que valoramos: que nuestra mujer nos ha abandonado, que nos han robado el coche o que hemos perdido el trabajo. De este modo, pensaban los estoicos, valoraremos a nuestra mujer, nuestro coche y nuestro trabajo más de lo que lo haríamos de otro modo.

Por eso, mientras disfrutamos de la compañía de nuestros seres queridos, debemos detenernos de vez en cuando y recordar que ese disfrute terminará algún día.

Irvine llama a esta técnica «visualización negativa» y cree que es «la técnica más valiosa de la caja de herramientas psicológicas estoicas».

La idea es sencilla: piensa regularmente en qué cosas «malas» podrían ocurrir. Recuerda que las personas son mortales, que tus familiares y amigos pueden morir o enfermar, y que tú mismo no vivirás eternamente.

5. ¿y tu autocontrol?

Para los estoicos… El autocontrol es una cualidad importante que debes adquirir. Porque si carecemos de autocontrol, es probable que nos distraigamos con los diversos placeres que nos ofrece la vida, y en este estado de distracción es improbable que alcancemos los objetivos de nuestra filosofía de vida.

Si no podemos resistirnos a los placeres, acabamos, como dice Marcos, en el papel del esclavo que «responde como una marioneta a todos los intereses» y se pasa la vida «refunfuñando por hoy o quejándose por mañana».

Los estoicos, sin embargo, descubren que la voluntad es como la fuerza muscular: cuanto más ejercitan sus músculos, más fuertes se hacen, y cuanto más ejercitan su voluntad, más fuertes se hacen. Practicando las técnicas estoicas de abnegación durante un largo periodo de tiempo, los estoicos pueden convertirse en personas que destacan por su valor y autocontrol.

Serán capaces de hacer cosas a las que los demás tienen miedo, y serán capaces de abstenerse de hacer cosas a las que los demás no pueden resistirse.

Esta fuerza de voluntad es extremadamente fuerte. Irvine argumenta que podemos poner esto en práctica con la práctica estoica de la incomodidad voluntaria: Debemos exponernos de vez en cuando a molestias que podríamos evitar fácilmente.

Puede que no nos vistamos bien para el frío, que ayunemos durante 24 horas o que durmamos en el suelo una noche.

6. ¿Cómo podemos mantener la calma mientras interactuamos con los demás?

Los estoicos recomiendan que evitemos entablar amistad con personas cuyos valores estén corrompidos, no sea que sus valores contaminen los nuestros. En lugar de eso, debemos buscar como amigos a personas que compartan nuestros valores.

Séneca nos aconseja no sólo evitar a las personas que tienen defectos, sino también a las que no hacen más que quejarse, «que son melancólicas y se quejan de todo, que encuentran placer en cada oportunidad de quejarse». Justifica esta evasión afirmando que un compañero «que está constantemente disgustado y refunfuña por todo es enemigo de la calma».

Marcus recomienda que, cuando interactúes con una persona molesta, recuerdes que probablemente hay personas que nos encuentran molestos. En general, cuando nos molestan las debilidades de los demás, tenemos que dejar de pensar en nuestras propias debilidades.

Según los estoicos, no debemos cotillear ni hablar de cosas triviales. Y no debemos dejarnos fastidiar por los demás, porque si nos dejamos fastidiar, empeoramos las cosas.

Recordemos siempre que nos han molestado en el pasado y mostremos compasión, empatía y tolerancia hacia los demás.

7. cómo no enfadarse tras un insulto

Cuando la gente se siente ofendida, suele enfadarse. Puesto que la ira es una emoción negativa que puede perturbar nuestra paz, los estoicos consideraron útil desarrollar estrategias para evitar que los insultos nos hagan enfadar.

Cuando examinamos las fuentes de los insultos, dice Séneca, a menudo descubrimos que quienes nos insultan pueden describirse como niños demasiado grandes.

Cuando un perro ladra, podemos tomar nota mentalmente de que a ese perro no parecemos gustarle, pero seríamos tontos si dejáramos que ese suceso nos alterara y nos pasáramos el resto del día diciendo: «¡Dios mío! Este perro no me quiere».

«Recuerda», dice Epicteto, «que lo que te ofende no es la persona que te ofende o golpea, sino el juicio que hace de sí mismo quien le ofende».

William Irvine revela algunas estrategias estoicas para evitar los pinchazos. Debemos detenernos y preguntarnos si lo que ha dicho el agresor es cierto. Si es verdad, no debemos enfadarnos porque sea verdad. Y si no es verdad, entonces no es verdad.

También debemos prestar atención a la fuente del insulto y al nivel de información del insultador. En muchos casos descubriremos que quienes nos insultan tienen un carácter profundamente defectuoso. Estas personas, dice Marcos, no merecen nuestra ira, sino nuestra compasión.

8. la ira es una corta tontería

La ira, dice Séneca, es una «corta locura», y el daño causado por la ira es inmenso: «Ninguna plaga ha costado más a la raza humana». A causa de la ira, dice, vemos a nuestro alrededor personas asesinadas, envenenadas y demandadas, vemos ciudades y naciones destruidas…. Al fin y al cabo, vivimos en un mundo en el que hay muchos motivos para la ira. Esto significa que, a menos que aprendamos a controlar nuestra ira, estaremos enfadados todo el tiempo. Enfadarse, concluye Séneca, es una pérdida de tiempo precioso.

Para no enfadarnos, dice Séneca, debemos recordar también que las cosas que nos enfadan no suelen hacernos daño, sino sólo molestarnos.

Además, como dice Séneca, «nuestra cólera dura siempre más que el daño que nos han hecho». Qué tontos somos si permitimos que nuestra paz se vea perturbada por cosas triviales.

Lo que a nosotros nos parece vital, a nuestros nietos les parecerá trivial. Por eso, cuando nos enfadamos por algo, deberíamos pararnos a pensar en su (in)significado cósmico. De este modo, podremos cortar de raíz nuestra ira.

El argumento de los estoicos es sencillo: la ira no es útil. Por tanto, debemos minimizar nuestra ira, por ejemplo, contemplando la situación que nos enfada desde una perspectiva diferente.

Los estoicos combaten la ira con fría lógica. Si no tiene sentido enfadarse, ¿por qué enfadarse?

9. la búsqueda del lujo es antinatural.

Séneca nos recuerda lo pequeños que son nuestros cuerpos y nos hace esta pregunta: «¿No es una locura y la más insensata de las locuras querer tanto cuando tenemos tan poco en la mano?» Además, dice, es insensato «pensar que lo que importa es la cantidad de dinero y no el estado de ánimo». Musonius está de acuerdo con esta apreciación. La posesión de riquezas, señala, no nos permitirá vivir sin penas ni nos consolará en la vejez. Y aunque la riqueza nos proporcione lujo físico y diversos placeres sensuales, nunca podrá darnos satisfacción ni quitarnos la tristeza.

El deseo de lujo no es un deseo natural. Los deseos naturales, como el deseo de agua cuando tenemos sed, pueden satisfacerse; los deseos no naturales, no.

Epicteto nos anima a recordar que el respeto a uno mismo, la confianza y la estima son más valiosos que la riqueza.

Los estoicos valoran una vida sencilla, como la de los minimalistas. Valoran su capacidad para encontrar fuentes de alegría en las cosas ordinarias.

Irvine nos recuerda, sin embargo, que el estoicismo no nos pide que renunciemos a la riqueza, sino que pensemos en ella y no nos aferremos a ella. La filosofía estoica «exige una vida sencilla, pero no penitencia», como dice Séneca.

10 Practica el estoicismo

Si quieres convertirte en estoico, debes hacerlo en silencio. Quienes se enteren de tu «conversión» al estoicismo probablemente te ridiculizarán. Sin embargo, puedes evitar este tipo de acoso manteniendo un perfil filosófico bajo y practicando lo que podría llamarse estoicismo secreto.

Creo que harías bien en guardarte para ti el hecho de que eres un estoico practicante.

Epicteto cree que debemos ser tan discretos al practicar el estoicismo que los demás no nos llamen estoicos, ni siquiera filósofos.

Éste es el primer consejo de Irvine para convertirse en estoico: No hables de tu nueva filosofía y practica el estoicismo secreto.

Lo importante no es que sepas recitar los principios estoicos, sino que los apliques. Son tus acciones, no tus palabras, lo que más importa en tu búsqueda de la buena vida.

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